martes, 18 de noviembre de 2008

De Boris Becker a Facebook

Algo pasa últimamente con Facebook. Resulta que, de golpe y porrazo, todo el mundo está ahí, y eso a veces me hace sentir extraño, como los hombres que desde la cueva de Platón observaban las siluetas que proyectaba el "auténtico" mundo exterior. No voy a ser tan freak para reconocer que estoy enganchado, pero tampoco caeré en el pretendido intelectualismo de decir que ignoro el fenómeno Facebook.

Efectivamente, poco a poco voy cosechando una legión de amigos que veo poco o que en realidad hace años que no veo. Dentro de este último grupo, he encontrado algunos antiguos compañeros de la facultad de Periodismo. Uno de los más activos, en consonancia con el carácter que siempre le conocí, es Albert Seguín. Antes de que el inventor de Facebook supiera lo que era una maquinilla de afeitar, Albert me demostró que el mundo es un pañuelo cosido a base de reencuentros. Lo conocí de bien pequeño en un club donde nuestros padres echaban sus "pachangas" de tenis. Hablo de la época dorada de Boris Becker, que ahora seríacarne de Celebrities en Muchachada Nui, pero que entonces protagonizaba anuncios con su saque "a 180 km/h con 17 años" (a ver si tenéis narices de calcular los litros por metro cuadrado que han caído desde entonces). Muuuuchos años después, me lo encontré subiendo las escaleras de la facultad como si tal cosa. Y ahora, Facebook.

Toda esta monserga viene porque Albert capitanea un blog bautizado como Plug & Pray, que es una especie de "La mejor ofensa" (o viceversa), pero bien hecho. Desde hoy mismo lo incluyo en el blogroll y os invito a encontraros con la lucidez mordaz y ácida (cuánta aliteración en sólo tres palabras) de Albert.

Para muestra, haced click aquí

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has hecho sonrojar, Javier!

Tienes razón. Lo nuestro es, verdaderamente, cosa del destino.
Creo que todo esto merece varias cervezas. Para entonces, espero haber aprendido a poner en enlace a lamejorofensa en mi blogroll.

Un abrazo. Y veámonos pronto!

Anónimo dijo...

Pues sí, lo del facebook es increíble. Ahí andamos todos, asomados a esta especie de gran cerradura del voyeurismo que siempre soñamos, recibiendo invitaciones de personas que nunca fueron ni serán nuestros amigos antes las que aplico la estricta regla de las caña: sin no llamaria a esa persona para tomar una caña, ¿cómo te voy a aceptar en Facebook?
Rosa