miércoles, 30 de septiembre de 2009

¿Soy ignorante o bobófilo?

Hoy estoy tan feliz que me planteo hasta obviar la cena. He aprendido más cosas que en un maratón de programas de Eduard Punset:

1. Los curas que manosean a los niños ya no son pedófilos, sino efebófilos. La sutileza del lenguaje Vaticano no tiene igual. Supongo que les molestaría el prefijo "pedo", porque ubica -de forma demasiado explícita- sus fantasías más puercas cerca de ciertos orificios.

2. Los empresarios y altos ejecutivos que defienden el despido gratis en realidad lo hacen para despistar. Un alto ejecutivo del BBVA, rebotado porque no va a poder llegar a presidente, ha partido peras con el banco prejubilándose. A cambio, el banco le compensará su honrosa salida con una modesta ayuda de 3,4 millones de euros anuales (sólo el 80% de lo que cobraba). Cuando cumpla los 65 años y se jubile por completo, cobrará 52 millones más, y entonces se hará justicia.

3. La "nada" de Michael Ende existe. La han inventado para los niños cuyos padres no quieren que el colegio público les adoctrine con clases de religión. La alternativa: ponerlos en otra clase a hacer... nada. Porque si hacen algo de provecho, entonces los mismos obispos que andan ocupados en distinguir pedofilia y efebofilia se irritan mucho y dicen que así se discrimina a los que se quedan en las clases de religión (claro, no se puede estar repicando y en misa). Y como en este país andamos sobrados de genios y de alumnos motivados por el saber, pues el Gobierno ha vuelto a decir "amén".

4. El futuro de los periodistas no se encuentra en los medios de comunicación, ni en los platós-vertedero de las tardes de Telecinco. Está en poner todo nuestro don de redacción y palabra al servicio de uno de los cientos de informes absurdos que encarga la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y no quiero imaginar cuántas entidades públicas más. Se pagan bien, no hay que exprimirse el melón y sólo se necesita un buen contacto con despacho oficial.

sábado, 19 de septiembre de 2009

La guerra de Ikea, en Futura bold

Aviso a los snobs del diseño: escribo esta entrada con tipografía Verdana sólo para tocarles las narices.

La noticia más vista durante varias horas en la edición digital de EL PAÍS de ayer llevaba por titular: "Ikea inicia la gran guerra tipográfica". Normalmente alcanzan el status de noticias más leídas: a) los triunfos/fracasos deportivos; b) escándalos y desnudos, y c) tragedias y asesinatos (si incluyen fotos o vídeos, mejor). No es el caso, pero leemos Ikea y allí nos arrojamos todos.

La "guerra" de Ikea sólo consiste en que han sustitudo la tipografía corporativa de toda la vida de su catálogo -la Futura, aunque ya está un poco pasada- por otra que hace hervir la sangre de los diseñadores (y en general de todo aquel que quiere parecer 'cool'): la Verdana. Dicen los entendidos que la Verdana es un tipo de letra diseñado para leer en pantalla, pero banal e impersonal para utilizarlo en documentos impresos, y más si son de carácter corporativo, como un catálogo.

En cambio, en un intento por equiparar el catálogo impreso y los contenidos web, Ikea ha optado por una única tipografía, que además todos tenemos instalada por defecto, independientemente de si usamos Windows o Mac OS. Si Ikea quisiera incluir la corporativísima Futura en sus páginas web, le serviría de bien poco, ya que la mayoría de exploradores de Internet no reconocen esta letra y la acabarían sustituyendo por cualquiera de las "banales".

Lo que me fascina de todo este asunto no es la disputa entre la Futura y la Verdana, tan anodina como lo puede ser una pelea Campanario versus Esteban. Me vendrán ahora a decir los entendidos del diseño que la Futura es una letra nunca vista, vamos. Me fascina, decía, la capacidad de Ikea para transformar cualquier chorrada en noticia. Ikea no anuncia colecciones, anuncia la salida de su catálogo; y en las oficinas, el primer compañero de trabajo que lo tiene es como el primer niño de séptimo B que traía la revista porno a clase. Todos se arremolinan entorno al poseedor de la moderna biblia del mueble.

Ikea ganó hace mucho tiempo otra gran guerra: la de colar titulares en prensa.


P.D: Seguro que un porcentaje elevado de quienes leyeron la noticia de las tipografías todavía usan Comic Sans para redactar mails y documentos en su trabajo.