Conchita Olivé ejemplifica con claridad una de las aberraciones de la política de cheques en una carta publicada en El País :
"Hace unos días fui a comprar un regalo para un recién nacido y, mientras aguardaba que atendieran a las señoras que estaban delante de mí -una de ellas embarazada-, mantenían la siguiente conversación: 'Qué suerte tienes con los 2.500 euros que te va dar el Gobierno'. Y cuál fue mi sorpresa que la embarazada contestó: 'Con este dinero vamos a comprar un televisor de plasma, a mi marido le hace mucha ilusión'. No pude evitar decirle: 'Señora, al menos no lo diga, sea un poco más discreta'. La buena mujer se enfadó diciéndome que el dinero era suyo, y es verdad, pero le contesté que mío también, que eso que le dan es parte de mis impuestos. Las señoras pilladas in fraganti salieron de la tienda. No parecía que necesitaran los 2.500 euros por la forma que vestían y las joyas que llevaban. Es por eso que me llamaron la atención. El único comentario que me hizo la dueña de la tienda fue: '¡Ay, señora, si usted supiera!'".
Al hilo de la carta, suscribo también esa gran verdad contenida en el refranero: Dios da pan al que no tiene hambre.
1 comentario:
Estimado Javier,
Una lástima que este catarro me haya impedido disfrutar de conversaciones interesantes en la fira del vi jove. Yo solo añadiría un comentario a tu post, en referencia a la mala suerte de los pobres, que tienen que dar gracias por un dinero que no les ayuda en mucho: "Dios da nueces a quien no tiene dientes".
Un abrazo
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