Un lector de El País, Pablo Melcón Martínez, me ha robado amablemente el tema del que hoy me proponía escribir. Agradezco desde aquí su ingenio y el ahorro de energía (nunca mejor dicho) que me va a suponer. Melcón escribe:
"En el artículo publicado el pasado viernes sobre el apagón contra el cambio climático, se señala que el sector público se sumó al apagón que no secundaron los ciudadanos. No se nos deja de pedir gestos, pequeños detalles, y se llenan la boca por apagar la Sagrada Familia, la Mezquita de Córdoba o la Puerta de Alcalá. Sólo una pregunta: ¿cuánto se gastarán esos servicios públicos en una inútil y excesiva iluminación navideña? ¿Son los kilovatios de luz malgastados los que dan la medida de la paz, amor y amistad que se predican en esas fechas? ¿Es simplemente la puerta abierta al derroche en que nos sumergiremos todos, felices porque apagamos la luz cinco minutos? Al final me salieron tres".
A ver cuántos valientes medios de comunicación se atreven a publicar, cuando estemos inmersos en la próxima vorágine consumista navideña, las cifras del gasto en iluminación.
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