Parafraseando al crítico Ferran Monegal, hoy comento otras dos "pinceladas" televisivas de ayer jueves. La primera la encontré en una serie de ficción de apariencia bastante real, aunque no tengo edad suficiente para comprobar si se corresponde con la realidad de la época que narra. Me refiero a Cuéntame cómo pasó (TVE).
No sé si el guiño de los guionistas fue casual, dada la discusión política que actualmente hay acerca del tema, pero en una escena, Antonio, el protagonista, y su hermano Miguel van a visitar la tumba de su padre, al que el cacique del pueblo ordenó fusilar en los primeros meses de la Guerra Civil por un problema personal de celos. Antes de llegar al pueblo, se detienen en una cuneta en la que apenas una decena de piedras mal amontonadas señalan el lugar donde fusilaron a otros quince del pueblo. "¿No crees que esto lo debería saber la gente?", pregunta Miguel. Antonio responde: "Joder, pero si lo sabe toda la provincia. Yo sólo espero que un día se pueda contar".
Tremendo. Antonio, que representa a un sencillo padre de familia sin implicaciones políticas más allá de su sentido común, lo tenía muy claro en otoño de 1975, cuando al caudillo ya le quedaban dos NODOS. Volviendo a la realidad, hoy día aún hay quienes no quieren saber -ni que se sepa- qué pasó en las cunetas de miles de pueblos.
La segunda pincelada la vi casi en estado de duermevela. En un reportaje de La2, un periodista se reunía en la calle con jóvenes alemanes que acaban de cumplir los 18 años. Ése es justo el tiempo que ha pasado desde que derribaron el muro de Berlín. Muchos de ellos miraban con expresión de indiferencia. Uno decía: "Si yo hubiera vivido en aquella época, habría intentado fugarme al lado capitalista". Sí señor. Aunque no se tengan recuerdos, quedaos tranquilos, que el sistema ya se encarga de educarnos para que siempre sepamos hacia dónde tenemos que huir.
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