Ayer, en una de mis divagaciones anti-sistema, exponía a quien me soporta en casa que el terrorismo no sólo lo practican los que ponen ponen bombas contra personas o edificios, que las grandes multinacionales y los poderosos del mercado también practican el terrorismo a su manera. "Terrorismo" no define al atentado en sí, sino al hecho de infundir terror entre la población. El terrorismo no es la bomba, es el miedo a la bomba.
El miedo al despido se ha convertido en una mortífera arma terrorista que miles de empresarios sin escrúpulos esgrimen a diario contra trabajadores asfixiados de deudas y que claudican ante las aberraciones laborales más intolerables con tal de poder seguir pagando la hipoteca.
Si los imbéciles de la kale borroka quemaran los cajeros como gesto de sublevación contra el poder económico, fíjate tú, hasta me caerían bien, los chavales. Pero son tan gilipollas que dicen que lo hacen para forzar la independencia de Euskadi. Vamos, tan absurdo como si yo, para ir a por agua, me cortara una oreja.
Y en éstas que me encuentro con un genial artículo de Saramago que, con maestría y claridad, hace una reflexión similar, comparando la actitud de las empresas con los crímenes contra la humanidad. Cito:
"Lo que está pasando es, en todos los aspectos, un crimen contra la humanidad y desde esta perspectiva debe ser objeto de análisis, ya sea en los foros públicos o en las conciencias. No exagero. Crímenes contra la humanidad no son solo los genocidios, los etnocidios, los campos de muerte, las torturas, los asesinatos selectivos, las hambres deliberadamente provocadas, las contaminaciones masivas, las humillaciones como método represivo de la identidad de las víctimas. Crimen contra la humanidad es el que los poderes financieros y económicos de Estados Unidos, con la complicidad efectiva o tácita de su gobierno, fríamente han perpetrado contra millones de personas en todo el mundo, amenazadas de perder el dinero que les queda después de, en muchísimos casos (no dudo de que sean millones), haber perdido su única y cuántas veces escasa fuente de rendimiento, es decir, su trabajo".
Merece la pena leerlo completo
1 comentario:
La cita de Saramago me parece sencillamente genial. Más mentes lúcidas y sensatas. Qué necesitados estamos de ellas.
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