"Sin embargo, si todo quedara en eso, en ver a gente adulta pisarse, empujarse y abalanzarse sobre un icono, pues bueno, no dejaría de ser un acto tumultuoso más. Pero lo que me llenó de indignación fue ver a los niños, a los bebés, de mano en mano, hasta hacerles tocar el icono en cuestión. Algunos estuvieron a punto de caer, y desde luego no vi a ninguno reír y, lo más importante, entender qué es lo que estaba pasando".
Cayetano von Kobbe Alonso, en El País.
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