1. La reforma laboral y la política absolutista y de recortes empieza a pasar factura al PP cuando apenas lleva cuatro meses en el poder. Si estas elecciones llegan a celebrarse después de la presentación de presupuestos, el PP no se habría atrevido ni a abrir el balcón para saludar tras los resultados.
2. La derecha no ha ganado en Andalucía. Lo que ocurre es que el voto ha girado hacia una opción de izquierda que ofrece más credibilidad que la socialista. El PSOE sigue teniendo un gran problema a la hora de definirse como partido de izquierdas después de haber aprobado dos reformas laborales bien complacientes con las exigencias del capitalismo más conservador.
3. Izquierda Unida posee la llave del gobierno autonómico andaluz. Por tanto, tiene la gran oportunidad de forzar la máquina y demostrar (si es que las tiene) que sus opciones de gestión social, política y económica pueden ser eficaces. Y el PSOE, si quiere gobernar, no tendrá más remedio que aceptar buena parte de la receta (insisto, si es que de verdad existe) de IU.
4. En España, la corrupción tiene poca o nula incidencia en los resultados electorales. Lo demuestran los valencianos, que siguen tendiendo alfombra roja (o azul) al PP, y los andaluces, que han castigado con una suave palmadita en el culo a los socialistas pese al escándalo de los ERE y las juergas empolvadas en cocaína con dinero público. Eso dice mucho de lo importante que es para muchos ciudadanos tener políticos honrados.
5. Europa y los mercados habrán tomado buena nota de los resultados electorales de la comunidad más poblada de España y, al mismo tiempo, la más castigada por el paro. Los amigos del capitalismo salvaje se encontrarán con un freno importante a la hora de aplicar su doctrina sobre los más de 8 millones de andaluces.